viernes, 26 de septiembre de 2008

La otra cara

Nací un 16 de junio del año 1976. Géminis. Gemelos. Dualidad. Dos caras. Precisamante en el perfil he colocado una foto mia sonriendo. Como me ven siempre los demás (o casi siempre). Creo que si más de un@ leyese este blog, nunca imaginaría lo que hay detrás de mi fachada. Tampoco tengo intención de que se enteren. La realidad es que este blog me está ayudando en cierta manera a profundizar algo más en mí, un discreto autoanálisis, de los baratos, pero al fin y al cabo autoanálisis. Ya es algo. No tengo prisa. O sí.
Inseguridades. Siempre he vivido rodeada de ellas. Incluso durante años se apoderaron de mí y ellas fueron las que tomaron las decisiones, casi siempre, por no decir siempre, equivocadas. Y a día de hoy aún siguen, son menos, pero logro disimularlas, disfrazarlas. ¡Hombre, algo positivo! jajajaja. Me siento a veces, como una actriz que se debe a su público. Da igual lo que te pase, la función debe continuar. Pero me estoy dando cuenta, que quizás haya situaciones donde debería empezar a dejar de actuar...

domingo, 21 de septiembre de 2008

Dharma

Dharma es una palabra sánscrita que significa ‘ley natural’ o ‘realidad’. No creo mucho en las casualidades. Mi eterno inconformismo me condujo al pasado viernes a "abrazar" durante hora y media la religión budista. Interesante experiencia. Buscando métodos para adentrarme en mí misma, tuve una curiosa sesión de meditación. Lógicamente es algo que necesita mucho tiempo. He ahí el problema. Mi ausencia de constancia. Pero, por lo menos, el primer paso está dado. Se ha materializado el hecho y no sólo ha sido pensado. Antes de comenzar la meditación en sí, un monje budista nos hizo una breve introducción a la religión de Buda. Y habló del Dharma. Seguir el Dharma toma tiempo, paciencia, esfuerzo y disciplina. Hay que desarrollar comprensión y habilidad en la meditación. Comprender que el verdadero poder es la habilidad de controlar nuestra mente y nuestras emociones. Y que eso sólo puede ser alcanzado por medio de nuestros propios esfuerzos. El Dharma es como una especie de escudo ante el sufrimiento. O al menos, así lo entendí. El poder de controlar la mente y las diferentes situaciones a las que debemos enfrentarnos en esta vida, no deja de ser actrativo, pero, para ello necesitamos esa maldita palabra que es "esfuerzo". Tengo que aprender a amar a esta palabra. Tengo que lograr enamorarme de ella. Depender de ella. Una relación que dure de por vida. Que no sea solo un amor platónico, al cual idealizas hasta puntos insospechados. Quiero conquistarla, pero no sé como. Mi eterno "no sé". Solo sé que no sé nada. Y cierto es. Esfuerzo=amor-odio.
Por ahora estamos ahí. Seguimos en la lucha. Pero el cajón se está volviendo a llenar. Tengo que empezar a vaciarlo. Tener el cajón hasta los topes, me pasó factura. Y el precio fue muy alto. De hecho, aún sigo pagando. Pero para sacar cosas del cajón, necesito que me ayuden a vaciarlo. Yo sola, empiezo a mirar papeles y papeles, y veo tantos papeles, que termino cerrándolo de nuevo. Que me ayuden, no es otra cosa que me digan que los papeles debo mirarlos de uno en uno. Por supuesto, eso es tiempo y esfuerzo. Dedicarle el tiempo y esfuerzo necesario a cada papel. Pero muchas veces, no gusta lo que en él está escrito y decides volver a guardarlo.
Pero me cuesta decir que mi cajón de nuevo está semi-lleno. Voy a intentar vaciarlo sola. Lo voy a volver a intentar. Dharma ven a mí...

viernes, 19 de septiembre de 2008

Mi ¿realidad?

Quisiera saber cuando llegará la hora de enfrentarme conmigo misma. Tanta es la tardanza, que estoy empezando a pensar que todo sea una utopía, algo que sería perfecto que ocurriése pero que quizás, nunca llegue. Tengo miedo, tengo miedo de enfrentarme a mis miedos. Y retraso el momento. Y a la vez que lo retraso, involuciono. Y eso no debe ocurrir, lo sé. Lo peor es que lo sé, y no hago nada. Vivir en el autoengaño es para mí -ahora mismo- lo más cómodo. Tener que despertar cosas que se "durmieron" en el olvido, o mejor dicho, subconsciente, para lograr entenderme y comprenderme y saber que, hoy por hoy, soy consecuencia de ellas. Una consecuencia que malvive. No hay nada peor, que no quererse a uno mismo...